viernes, 2 de noviembre de 2012

'Diario de', testigo del drama de los desahucios Desenmascaramos a una persona que estafaba vendiendo cursos de alto nivel











'Diario de' cambia a los viernes a las 00.30h. Nuevos reportajes de investigación y denuncia presentados por Mercedes Milá. El espacio acompañará a 'Callejeros' en una noche centrada en el compromiso social. 

Unas 500 personas estafadas, miles de euros defraudados, patrocinadores utilizados y ayuntamientos engañados… Con el supuesto aval de la Unión Europea, una embaucadora llamada Gema González consiguió montar unos cursos, al más alto nivel, que resultaron ser una ristra de mentiras y falsedades. Huyó precipitadamente pero Diario de ha conseguido localizarla a 200 kilómetros de distancia. Mercedes Milá acompaña a una treintena de denunciantes para pedir explicaciones a la mujer que les ha estafado. La pasada semana dos personas se suicidaron y otra lo intentó lanzándose desde el balcón de su casa. Los tres hombres estaban apunto de ser desahuciados y no soportaron la presión de los bancos. Mercedes Milá se desplaza hasta Valencia donde Manuel, de 53 años, se lanzó al vació desde un segundo piso cuando vio que los agentes judiciales venían a notificarle el desahucio. Al mismo tiempo, en Madrid, decenas de familias amenazadas con tener que dejar sus casas y seguir pagando la deuda contraída con el banco, acampaban en la sede central de Bankia para pedir una solución a sus inminentes desahucios. 

Posteriormente un equipo del programa fue testigo de cómo ocupaban durante seis horas una entidad bancaria en la calle Alcalá. Paralelamente a estas noticias siete jueces elaboraban un informe en el que se denunciaban los abusos en el sistema legal de desahucios. Mercedes Milá entrevista a Pedro Luis Viguer, juez decano de Valencia y uno de los magistrados que realizaron ese informe.

Moscas y la cultura

Se han usado a menudo las moscas en la mitología y literatura para representar a agentes de muerte y deterioro, como la cuarta plaga Bíblica de Egipto. Se han retratado como las malvadas (por ejemplo, en la mitología griega, Myiagros era un dios que ahuyentaba las moscas durante los sacrificios a Zeus y Atena, y Zeus envió a una mosca a morder el caballo Pegasus que causa Bellerophon para retirarse a la Tierra cuando él la intentó montar para Montar el Olimpo). Joyas y armas ceremoniales encontradas en el enterramiento de la Reina Ahhotep, incluyendo un hacha en cuyo filo se representa al faraón Amosis I abatiendo a un soldado hicso y las moscas de oro concedidas a la reina por su apoyo en la lucha contra los hicsos. No obstante, en algunas culturas la connotación no es tan negativa (por ejemplo, en la religión de Navajo tradicional, la Mosca Grande es un espíritu importante). La mosca, como símbolo de valor indomable, insistencia y tenacidad frente al conflicto, era el mayor galardón militar en la cultura egipcia, la más alta distinción concedida por el faraón a sus valientes. 

El faraón Ahmose condecoró en una bella ceremonia a su madre, Ahhotep, con un collar con tres grandes moscas de oro, de 9 cm de altura. Ninguna otra reina de Egipto recibió esta condecoración militar. Ahmosis reconocía así que la inspiradora de la guerra de liberación había sido Ahhotep; era su forma de reconocer los grandes esfuerzos y sacrificios a los que se había sometido esta reina, entregada a la causa de liberar a Egipto del yugo de los hicsos. 

Los habitantes de Cirene ofrecían sacrificios al dios Acoro para que les librase de estos insectos. Los acarnanios veneraban a las moscas y los naturales de Accaron ofrecían incienso a la divinidad que las cazaba. Los griegos tenían así mismo su dios Cazamoscas (Myiagros). Eliano dice que las moscas se retiraban por sí solas en los juegos olímpicos y pasaban a la otra parte del río Alfeo. En el templo de Apolo en Accio, cuando se acercaba la fiesta, se inmolaba un toro a las moscas que, una vez saciadas, se retiraban.

3 El demonio Belcebú recibe el nombre de "el señor de las moscas", debido a un juego de palabras que convirtió al dios cananeo Ba'al Zebûl (literalmente "el señor príncipe") en Baal Zabut ("el señor de las moscas"). En Roma, había un templo, el de Hércules vencedor en el cual no entraban jamás las moscas por más que aquel héroe no hubiese podido jamás ahuyentarlas ya que, según Teófilo y Paracelso, ni el mismo Júpiter tiene este poder. 

Las moscas acudían a miríadas a los sacrificios de Molloch y los judíos consideraban de feliz agüero que no se viera jamás una mosca en el templo de Salomón.3 El poema de Emily Dickinson dice "yo oí el zumbido de una mosca cuando moría" hace la referencia a las moscas en el contexto de la muerte. De igual manera, en el arte y ficción, se usan también principalmente las moscas para introducir elementos de horror o una sensación de suciedad; un ejemplo de lo anterior es una película de ciencia ficción de 1958 llamada "La mosca" (nueva versión en La mosca) en la que se observaba a un científico intercambiar partes de su cuerpo (ADN) accidentalmente con los de una mosca. 

La habilidad de moscas de aferrarse a casi cualquier superficie también ha inspirado el título de "hombre mosca" para personas con habilidades de escalado y paracaidismo en los edificios. 

Las moscas son uno de los símbolos personales del poeta Antonio Machado; en su poema "Las moscas" las retrata como animalillos revoltosos y entrañables que evocan la infancia del poeta y no tiene respeto ni por los "parpados de los muertos". 

Habilidad para escapar 
Investigadores en Estados Unidos han descubierto que estos insectos deben su habilidad para escapar al hecho de que cuentan un sofisticado sistema de defensa que los hace anticiparse a los movimientos de su atacante. Mediante avanzados métodos estos científicos han descubierto que una mosca es capaz de mover sus patas traseras y colocarlas justo en la posición idónea para emprender el vuelo con el fin de huir. Cuentan también que son capaces de hacer esto y no necesariamente cumplirlo, es decir, si finalmente el atacante no ataca a la mosca, vuelven a su posición normal. También son capaces de usar este sistema mientras realizan otras acciones. La investigación ha corrido a cargo del profesor Michael Dickinson.4 

Libre albedrío en moscas 
 En enero de 2011 se publicó en la revista Proceedings of the Royal Society el artículo “Hacia un concepto científico de la voluntad libre como un rasgo biológico: acciones espontáneas y toma de decisiones en los invertebrados”5 en el cual se afirma que hasta las moscas de la fruta manifiestan de alguna manera una conducta con libre albedrío. Su autor, Björn Brembs, afirma que el comportamiento de las moscas, aunque no es completamente libre, no está completamente constreñido. El trabajo aporta evidencia obtenida de cerebros de moscas, cerebros considerablemente más pequeños que el nuestro, pero que sin embargo parecen estar dotados de flexibilidad en la toma de decisiones. El científico se atreve a señalar que la capacidad de elegir entre diferentes opciones de comportamiento, incluso en la ausencia de diferencias en el medio ambiente, sería una capacidad común a la mayoría de los cerebros, si no de todos, por lo que los animales más simples no serían autómatas totalmente predecibles.6

ALGUNAS CREENCIAS SOBRE ANIMALES

ALGUNAS CREENCIAS SOBRE ANIMALES 

 ¿Por qué se ha creído que toparse con una serpiente en el camino es augurio de una desgracia? ¿Por qué antiguamente se creía que las brujas se transformaban en liebres para ir a los aquelarres? ¿Por qué razón cruzarse con un gato negro da mala suerte? ¿Por qué en los diccionarios de los sueños se dice que soñar con un cordero es un presagio de prosperidad? ¿Por qué los judíos y musulmanes no comen cerdo? ¿Por qué siempre en los cuentos infantiles e incluso en las películas de dibujos animados los malos suelen ir acompañados de un cuervo? ¿Por qué era precisamente la cigüeña la que traía a los niños? ¿Por qué es la paloma el símbolo de la paz? Que quede claro desde el principio, mi intención en este artículo no es responder a las preguntas sino enunciarlas. Y para que así conste sigamos hablando del tema. El lagarto, por ejemplo, parece tener connotaciones positivas en el mundo de las supersticiones. Igual que se toca madera, se nombra al lagarto. ¿Por qué es esto así? Cualquiera sabe. Pero son contrahechizos, no cabe duda. “Toca madera”, dice el supersticioso, y efectivamente la toca. 

Y para ahuyentar los malos presagios, por si acaso, por si las moscas, qué curioso, “lagarto, lagarto”. Y en cuanto a las moscas, la simbología negativa está clara, son emisarias de mala suerte, por eso por si las moscas. 

No hay que olvidar que en el Éxodo son las protagonistas de la cuarta plaga que Dios envía a los egipcios. “Esto dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me ofrezca sacrificios. Porque, si no le dejas ir, mira que yo enviaré contra ti, contra tus siervos, y contra tu pueblo, y contra tus casas, un enjambre de tábanos; y las habitaciones de los egipcios y todos los parajes donde moraren se llenarán de tábanos”. Por el contrario las abejas son animales positivos. Quizá por el alimento que producen, la miel, que siempre ha sido muy estimada. Los griegos consideraban a las abejas espíritus independientes y las relacionaban con la fecundidad. 

Y en el mundo de la superstición gallega, en muchas de sus leyendas, se dice que en noches de luna llena se puede ver el cuerpo de los muertos formando enjambres de abejas. Probablemente la Biblia es responsable de muchas de las creencias que hay sobre los animales, y en especial el Deuteronomio, donde se hace la lista de los animales puros e impuros. “No comáis manjares que son inmundos. Estos son los animales que podéis comer: el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el gamo, la cabra montés, el antílope, el búfalo y la gamuza. Todo animal que tiene la uña hendida en dos partes y rumia lo podéis comer. Mas no debéis comer de los que rumian y no tienen la uña hendida, como el camello, la liebre, el conejo; a éstos los tendréis por inmundos, porque, aunque rumian, no tienen hendida la uña”. El desprecio por el cerdo proviene de este mismo pasaje. “Asimismo tendréis por inmundo el cerdo, porque, si bien tiene la uña hendida, no rumia. No comeréis de la carne de estos animales, ni tocaréis sus cuerpos muertos”. No obstante todas las culturas tienden a considerar negativamente al cerdo, incluso es un insulto, pese a ser un rico manjar. Sin duda esto se debe a la suciedad que les envuelve. 

Es famoso el capítulo de la Odisea en el que la hechicera Circe, en la isla de Ea, castiga a los compañeros de Ulises convirtiéndolos en cerdos. Y sigue la lista: “Comed de todas las aves limpias. No comáis de las inmundas, a saber: el águila, el quebrantahuesos, el buitre; el milano con toda suerte de halcones, y toda raza de cuervos”. Efectivamente pocos animales puede haber de tan mal agüero como el cuervo. Así aparece en las Églogas de Virgilio. Y en las Fábulas de Fedro se dice que fueron las Parcas las que le asignaron a estos animales la cualidad de agoreros. La literatura abunda en ejemplos sobre estos animales, que anuncian desgracias y convierten determinados acontecimientos en augurios de terribles penalidades. El propio Shakespeare en su Julio César hace que Casio hable a Messala de esta manera sobre los malos presagios que le corroen: “Viniendo de Sardes, cayeron dos poderosas águilas sobre nuestra bandera de delante, y allí se encaramaron, alimentándose y cebándose de manos de nuestros soldados, que nos han acompañado aquí a Filipos; esta mañana han huido volando, se han ido, y en su lugar, cuervos, grajos y milanos vuelan sobre nuestras cabezas y nos miran desde lo alto como si fuéramos presa agonizante: sus sombras parecen un dosel funesto bajo el cual yace nuestro ejército a punto de rendir el alma”. Y en una inolvidable escena de Macbeth hace hablar así a Lady Macbeth en el momento de afrontar con resolución su propósito criminal. Se dirige a un mensajero: “Ocúpate de él: Trae grandes noticias. Está ronco el mismo cuervo que grazna ante la fatal entrada de Duncan bajo mis almenas. Venid, espíritus que animáis los pensamientos de muerte; privadme ahora de mi sexo, y llenadme ahora de la más temible crueldad, desde la coronilla al pulgar del pie: espesad mi sangre, tapad el acceso y la entrada a la piedad para que ningún natural acceso de compasión haga vacilar mi fiero propósito, ni ponga una tregua entre él y la ejecución”. 

Sin embargo la cigüeña es un animal de buen augurio. Existe la creencia de que en las casas donde anidan las cigüeñas habrá felicidad. Y en los cuentos infantiles se nos ofrece una imagen entrañable de estos animales, son bienvenidas sus llegadas tras el invierno, y anidan en los campanarios de las iglesias, que son lugares sagrados. Siempre me ha sorprendido también la imagen que se tiene de los loros como de animales fieles. Quizá se deba a la facilidad que tienen para imitar la voz humana y otros sonidos, pero también a la fama del loro llamado agapornis, inseparable, o pájaro del amor, que permanecen siempre juntos, monógamos, y no sobreviven demasiado tiempo a su pareja. Y cómo no, a la idea inculcada por las historias de piratas, siempre con su loro al hombro, como el viejo Long John Silver de La Isla del Tesoro. La paloma encarna la pureza, la paz, la armonía o la candidez. El Espíritu Santo es una paloma. En el Talmud aparece como maestra de castidad. Y en la mitología griega habitaba en la encina sagrada del santuario de Dódona, consagrado a Zeus. 

El oráculo de Dódona era uno de los más respetados de la antigüedad, y los sacerdotes predecían el futuro según fuera la actividad de las palomas en la copa de la encina. Siempre es un símbolo positivo. En el Cantar de los Cantares la amada aparece nombrada así: “Levántate, amiga mía, beldad mía, y vente. ¡Paloma mía!, tú que anidas en los agujeros de las peñas, en las concavidades de las murallas, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos, pues tu voz es dulce, y lindo tu rostro”. Y un poco más adelante: “¡Qué hermosa eres, amiga mía, qué hermosa eres! Son tus ojos como palomas detrás de tu velo”. Imposible identificar a la paloma con algo sucio o negativo después de esta imagen. Pero también la paloma es protagonista de una de las escenas más esperanzadoras del Génesis. Se trata de aquella en la que Noé suelta uno de estos animales para comprobar que era posible divisar tierra. “Esperando, pues, otros siete días más, por segunda vez echó a volar la paloma fuera del arca. Mas ella volvió a Noé por la tarde, trayendo en el pico una ramita de olivo con las hojas verdes: por donde conoció Noé que las aguas habían cesado de cubrir la tierra”. 

También el cordero y el carnero son símbolos esperanzadores desde la antigüedad, probablemente los más positivos. Encarnan la inocencia y la benignidad. Ejemplifican el sacrificio. Hay que recurrir de nuevo a la religión para hallar ejemplos que dignifican la figura de estos animales. En el ritual católico de la misa, tras la Consagración se invoca la figura de Cristo diciendo: “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo”, en clara alusión al sacrificio de Cristo que comentan los Evangelios. No es la única alusión a este animal que encontramos en la Biblia. 

En el Génesis vuelve a ser elegido para ser sacrificado en lugar de Isaac, el hijo de Abraham, tras la prueba que Dios le impone a éste: “Alzó Abraham los ojos, y vio detrás de sí un carnero enredado por las astas a un zarzal, y habiéndole cogido, le ofreció en holocausto en vez del hijo”. Y en la décima plaga narrada en el Éxodo, en la que el ángel exterminador recorre Egipto haciendo estragos en la población, éste pasa de largo por las casas de los judíos al comprobar que sus puertas tienen el dintel manchado con la sangre de cordero. Es el origen de la Pascua, cuya etimología equivale a “saltado”, aludiendo a los hebreos que el Exterminador pasó por alto en la lista de los condenados. Y en otra mitología, la griega, el famoso vellocino de oro es el del carnero alado Crisomalo, cuya historia es la de un sacrificio. Los Dioses pretendían salvar a Frixo y Hele, los dos hijos del rey griego Atamante y Néfele, de las crueles intenciones de Ino, que pretendía que fuera su hijo quien heredara el trono. El Dios Hermes envió a Crisomalo en ayuda de los niños, pero sólo pudo salvar a Frixo, a quien condujo sano y salvo hasta Cólquide, el país del rey Eetes. Y como agradecimiento a los dioses, Frixo sacrificó al carnero en el templo de Zeus y ofreció el vellocino a Eetes. 

Pero la creencia animal más célebre de las extendidas por la Biblia quizá sea la de la serpiente. 

Ningún animal más odiado y temido que éste. En algunos lugares se cree que las serpientes acuden a robarle la leche a las parturientas que dan de mamar a sus hijos fuera de la casa. Los libros de hechicería abundan en conjuros que precisan de escamas de culebras, de colas de serpientes maceradas e incluso de las cenizas resultantes de quemar la piel mudada de un áspid viejo en luna llena. En la iconografía religiosa a menudo se ha representado a la Virgen María pisando la cabeza de una serpiente como emblema del pecado. El origen de esta superstición está en el Génesis. La escena es bien conocida: tentó la serpiente a la mujer, que comió del fruto del árbol del bien y del mal y luego se lo dio a probar al hombre, que también mordió la fruta. A los dos se les abrieron los ojos y la conciencia y Dios los castigó, y también a la serpiente: “Dijo entonces el señor Dios a la serpiente: Porque has hecho esto, serás maldita entre todos los animales y bestias de la tierra: andarás arrastrándote sobre tu pecho, y tierra comerás todos los días de tu vida. Yo pondré enemistades entre tú y la mujer, y entre tu linaje y el suyo. Éste quebrantará tu cabeza, y tú andarás acechando su calcañar”. 

 Y por último el curioso caso del gato. Hoy día es un animal de compañía muy apreciado, pero no siempre fue así. Se le empezó a reivindicar en el siglo XVII por la belleza de su porte y por su utilidad, ya que era utilizado como exterminador de ratas y ratones, principales causantes de plagas y epidemias en una época propensa a las pestes. También fue muy apreciado en el antiguo Egipto, donde se comenzó a domesticar hacia el año 3000 a. de C., e incluso se le llegó a incluir en la simbología religiosa de entonces; estaba considerado la reencarnación de los dioses en el momento de comunicar su voluntad a los hombres. A tanto llegó la adoración por estos animales que se les momificaba para permitir la supervivencia de sus almas. En la ciudad de Bubastis, en 1890, fueron halladas varias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos. Esta antigua ciudad en el delta del Nilo era el centro de un gran santuario erigido en honor de la diosa Bastet, diosa egipcia del amor y la fertilidad, a la que se representaba en forma de gato, sentada con serenidad y rodeada o amamantando a muchos gatitos. 

Sin embargo en Europa y durante la Edad Media, la Iglesia Católica alentó la creencia de que los gatos eran animales demoníacos, y emprendió una auténtica persecución contra ellos. En las hogueras de la noche de San Juan se extendió la costumbre de quemar gatos como un acto de purificación. Tal fue el aniquilamiento a que fue sometida esta especie que a finales del s. XV estaban prácticamente extinguidos en Europa, lo que propició que las ratas camparan a sus anchas durante la terrible epidemia de peste bubónica o peste negra que asoló el continente a partir de 1348 y que causó una enorme mortandad en la población.