miércoles, 11 de enero de 2012

A los pies del almendro

A los pies del almendro

Me ha despertado la llovizna me quedé dormida a los pies del almendro, he escuchado a lo lejos un eco de voces recitando el padre nuestro, una lluvia  de hojas ha cubierto mis cabellos, una araña atrevida ha tejido un cuore mientras dormía sobre mi testa.
La reina nostalgia, la princesa melancolía han clavado su puñal de lagrimas sobre mi pecho de arena, el corazón se ha resquebrajado, el espíritu ha emigrado hacia un árido desierto de barro y arcilla donde se reconstruyen los viejos anhelos, los callados deseos, los amores aquellos por imposibles secretos.
He visto el lugar  donde se rompen los sueños, se desvanecen ilusiones, se esfuman los amores prohibidos, se queman todos en una gran hoguera de pesimismo.
Ahí nacen las cenizas de la infelicidad aquellas que plagan el universo con una severa nube  de conformismo, incredulidad, desaliento, derrotismo, se queman ahí las brillantes Alas de los Ángeles de la esperanza.
Solo se puede seguir lentamente el camino degustando poco a poco el sabor de la vida, que es como una fruta a veces amarga, dura, otras veces suave, dulce, madura.
No se puede medir el firmamento, ni pesar la gravedad del viento, ni contar las estrellas una a una, la vida requiere una gotita de fantasía, sueños, mucha valentía, perseverancia, optimismo, que nunca se te acabe la tinta del bolígrafo de la imaginación.
Elige ser flor que perfuma y no espina que hiere, empéñate en buscar lo esencial de las cosas, el amor es un placer que provoca cosquillitas en el alma, si lo encuentras descubrirás cuan ciertas eran las palabras de Cervantes “Nuestras horas con amor, tienen alas, en su ausencia, muletas”.
El tedio invade mis sentidos en la larga noche por donde transito, en este eterno invierno donde mi alma habita, siente frío mi espíritu, se han vuelto negras todas las estrellas, el sol se ha vestido de gris, se ha quedado sin música el corazón…
“Te Quiero no por quien eres sino por quien soy cuando estoy contigo” lo dijo García Márquez, las palabras dulces son el mejor alimento del espíritu y como me gusta ese alimento, lastima que el alma este desde hace mucho muriendo de hambre y de frío en este mundo vacío.