domingo, 6 de febrero de 2011

¿Qué dirá la gente?

Bernard Fougéres
El diccionario la define como conjunto de personas, clase social, de ahí las expresiones: portarse como gente, buena gente, mala gente, gente de medio pelo, pelucones (peor ser calvo dentro de la cabeza) para culminar en el qué dirán, expresión moral de quienes se autodenominan gente. En Estados Unidos he visto hombres y mujeres ir temprano a los supermercados vestidos de pijama lo que me causó una infinita gracia. ¿Tengo que vestir ropa de marca para llegar a ser alguien? ¿Si parezco mala gente o de medio pelo iré al infierno? La prensa rosa da importancia a lo que piensa o dice la gente, a veces canaliza su morbo. En las modernas Torres de Babel hablamos muchos idiomas: católicos versus testigos de Jehová, musulmanes versus judíos, negros contra blancos, costeños, indígenas o serranos, ¿por qué tenemos siempre que estar en contra de algo o de alguien?

Vivan su vida sin lastimar a nadie. Amen, palabra sánscrita, significa “así sea”, siendo también imperativo del verbo amar. Catulo mandó al diablo a quienes le reprochaban beber demasiado: “Meum est propositum in taberna mori ubi non curamos quod sit humus” (Mi propósito es morir en una cantina donde no curamos lo que solo ha sido polvo). Al escoger una formación en latín y griego maestros maravillosos como Petronio, Propercio, Aristófanes, me permitieron ignorar a los deslenguados (“possint nec mala fascinare lingua”). Llegó un momento en que decidí no asumir mi vida en función de los demás, no depender de la aceptación en miradas ajenas. En esta minúscula vida perdemos tiempo en lidiar por los gallos mientras muere la gente. En el siglo XX, seiscientos boxeadores murieron por efecto de los golpes recibidos. ¿Es importante que ustedes tengan sábanas de seda? Para fabricarlas hay que matar miles de capullos. Se introducen las orugas en agua hirviendo. ¿Lo sabían? ¿Pelean por lo de los toros? ¿Les gustan los abrigos de piel? Para hacer uno de visón necesitan matar a 54. Si es de armiño, 200 (Benedicto XVI tiene gorro de armiño). Millones de animales son sacrificados y hasta despellejados vivos cada año para promover “el glamour”, no para alimentar a la gente. Las elegantes, si hace frío, pueden ir a una corrida vestidas de piel. No importa que a una mujer se le ablanden los senos mientras su humanismo, su sentido del humor se yerguen desafiantes. De lo que dice la gente nacieron supersticiones, mentiras, temores. El alma de los puritanos huele a pezuña, a “sepulcros blanqueados”.

“Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente: es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente”: Luis Eduardo Aute habla como gente. Sabina despide así a Mercedes Sosa: “La gran dama que bordó puntos y comas en el idioma de la gente”. Los budistas piensan que la iluminación llega desde su vida interior, mientras muchas veces intentamos iluminar o deslumbrar a la gente a partir de nuestra perecedera y frágil envoltura. ¡Un poco menos de zoom y algo más de zen, por favor!


PARA UNA MADRE SOLTERA, PIMPINELLA

Joaquin: El de ella era un amor sincero hasta el dolor,
Amor de aquellos que nunca se acaban.
El de él era fugaz, pintado de pasión,
Amor de noche, a media mañana.
El de ella era un amor de un solo nombre,
El de él un nombre más de sus amores.
El de ella era vital, auténtico, ideal,
El de él sólo un amor para ocasiones.
El de ella dio a luz un día de calor,
En una cama de una sola almohada,
El de él no quiso estar, de ausencia se vistió,
Y desapareció sin decir nada.
El de ella al fin llegó, su mismo nombre,
El de él un nombre que pronto olvidaba,
El de ella fue mayor que el miedo y el dolor,
El de él tenía ya una nueva cara.
Y una canción de cuna se escuchó. . .
Lucía:
Amor de mi alma estoy aquí,
No tengas miedo por favor,
Que yo jamás te dejaré, confía en mí,
Créemelo. . . .
Amor de mi alma, oh amor. . .
Duerme hijo mío, duerme así,
Que a mí me sobra el valor,
Para seguir, para seguir. . .