jueves, 7 de abril de 2011

Mi Refugio.


El otro día dando un paseo por la playa encontré en medio de un pequeño muro de roca dos hombres pintando el paisaje y resaltando en su obra la belleza de ese lugar. Dando con los colores, un pincel y un lienzo vuelo a su imaginación. Estoy atravesando un periodo de profunda melancolía no sé como se cura, he superado varios baches en mi carrera contra el tiempo, pero no cabe duda que de esta laguna de fango, me esta costando salir. Puedo levantar el vuelo, ser libre y alcanzar de golpe las estrellas, eso me lo dice la razón, pero quien se lo decodifica a mi corazón, que se haya en periodo de prueba, que esta quebrado en un rincón del entendimiento, meditabundo, y con un fuerte catarro emocional.
Escribir me ayuda a liberarme, mi exagerada timidez no me deja pedir ayuda, me refugio en el silencio, marco el calendario y digo un día menos, escucho el tic-tac del reloj como lentamente dice que a pasado una hora mas, que la materia se desintegra y el polvo vuelve al infinito.
Estoy perdiendo las pocas semillas de esperanza que me quedaban en la mochila, el agua de confianza me la bebí en medio del desierto llamado angustia, el pan se lo di a las palomas que llevaron un mensaje a Dios y no han vuelto...
En medio del desierto he bebido un café con la luna, he meditado un mantra con Buda, he resuelto mil fórmulas con Pitagóras, aunque la respuesta al logaritmo de mi vida quedo inconclusa, he compuesto dulces melodías con Mozart, he dibujado en el cielo mil Querubines con Miguel Ángel,he intentado descifrar el apocalipsis con el mismo Nostradamus, he lanzado mil plegarias al viento, pero esta sed que perturba mi ánima no se sacia con nada...
Me observo en el espejo, el tiempo es un bufón que se ríe de mi a carcajadas aun no resuelvo el enigma, cual es la salida de este laberinto, mi espíritu camina entre arenas movedizas, se desgarran uno a uno los siete pétalos, la bestia sopla se enciende mi miedo, el amor me extiende sus brazos y cual ramas se destrozan al querer cogerlos, la raíz del mal me entierra sus tentáculos, quiero huir y no puedo, un viento fuerte que sopla del norte, me devuelve a su lado.
Me refugio en tu pecho Yahvé, quiero beber del vaso de tu sabiduría, aquella que me da energía y vuelve optimistas mis pensamientos, llena de paz mis horas silentes, y dejame descubrir la nota que le falta a esta sinfonía para llenar de música todos mis instantes...