martes, 19 de octubre de 2010

De donde nace el Odio...


El odio es un sentimiento que aniquila, destruye lo que toca y a quien lo toca. Es un deseo del dolor ajeno, normalmente causado o encontrado por o a causa de a quien se odia.

El odio, al igual que todo lo negativo, surge del miedo transformado a través de una añoranza, una expectativa, un desencuentro, a través de un deseo no realizable por la implicación de una circunstancia o de una decisión no compartida. Surge del choque de ideas inflexibles o del encuentro con alguien en quien proyectamos nuestros miedos o que, de alguna manera, ha hecho aflorar los mismos.

Odiar a alguien supone la intención de su dolor a través de nuestra rabia por cualquiera que haya sido su actuación en nuestro desencuentro. Odiarlo, al igual que amarlo, es solo decisión nuestra (sin la necesidad de consenso), luego no se puede echar en cara a quien se odia el odio que se procesa, porque el odio nace en nosotros, por eso para borrar el odio solo podemos borrarlo en nosotros, entender por que ha nacido, en que nos afecta y cual es el vinculo que hay entre la causa y el sujeto a través del cual ha surgido, al observar todo esto descubriremos que el odio surge de una falta de aceptación, ya sea propia o ajena, y que en ocasiones lo único que podemos hacer es perdonar y alejarnos, porque el odio no controlado es como el fuego; lo arrasa todo....

...El Odio nace de Juicios premeditados, de ideas confusas, tenemos tendencia de juzgar a los demás  a la primera, sin conocerles  y destruirles sin pensar en las consecuencias, Odio  Como el que ha  destruido mi Vida............................................

http://siquesi.blog.com.es/2010/03/23/donde-nace-el-odio-8231490/

MATICES PSICOLÓGICOS DE LA ENVIDIA

MATICES PSICOLÓGICOS DE LA ENVIDIA

Durante el Juicio que lo condenó a muerte, Sócrates declara: “… lo que me perderá, si sucumbo, no será ni Anito ni Melito, será este odio, esta envidia del pueblo que hace víctimas a tantos hombres de bien, y que hará perecer, en lo sucesivo, a muchos más”.

El mexicano David Ferriz enumera: “Hay envidia del talento, hay envidia de la personalidad, hay envidia de la belleza, hay envidia de la buena suerte, hay envidia de la experiencia, hay envidia de la destreza, de la riqueza, envidia del mérito, envidia de todo aquello que hace sentir a la persona ligeramente desplazada”. (Ferriz, David: Epistemología de la Educación, conferencia).

Sentirse desplazado, dice, produce resentimientos que incluso pueden llevar al envidiado a la muerte. Da ejemplos: el empleado desplazado por otro, que inicia una solapada campaña de desprestigio en su contra. El niño desplazado en el interés familiar por el nuevo hermanito, que guardará resentimiento toda su vida. No sólo el mito de Caín y Abel explica esto, la mitología universal abunda al respecto. El Dr. Ferriz aconseja incluir al otro (una palabra, un gesto), incluso al dar una clase o conversar, pues el desplazamiento genera envidia e insospechadas venganzas.

La defensa de Sócrates sorprende: “Porque yo sé sobradamente que en mí no existe semejante sabiduría, ni pequeña ni grande. ¿Qué quiere decir, pues, el oráculo del dios al declararme el más sabio de los hombres? … Sin duda se ha valido de mi nombre como un ejemplo, para decir: el más sabio entre vosotros es aquel que reconoce como Sócrates que su sabiduría no es nada”.

Siglos después el sufi Al Ghazzali dirá: “El verdadero conocimiento implica… ver la misteriosa relación entre el hombre y su Hacedor, y llenarse de temor y reverencia ante la presencia de un Ser sagrado omnisciente que penetra el universo. Esta actitud… produce humildad y rechaza el orgullo”. La soberbia es la tentación más obvia para el hombre de poder, riqueza o conocimiento. Pero la vida nos doma a todos por igual.

Para domar al poderoso elefante, los hindúes atan sus patas traseras dejándolo en un precario equilibrio durante días, torturándolo con ramas encendidas y ruidos. Al fin el elefante se rinde, entiende que no se lo dejará ir. Entonces será mimado y hecho un colaborador útil. La Tradición de los Misterios, que Sócrates y Platón conocieron, explica este simbolismo: el primer paso sabio es comprender que no se sabe (ni se es) nada, experimentar el riguroso Poder que nos tiene atrapados. Este primer saber no deberá olvidarse nunca, so pena de caídas terribles.

Como consuelo, entre lágrimas (el Elefante y Saturno, símbolos del dolor del primer aprendizaje) aceptamos nuestra propia valía, ya que Alguien parece querernos así, tan irrenunciablemente. Andrés Neher diría: se toma conciencia de la imperiosa voluntad divina que sólo nos pide colaborar con ella.

Carta a todos mis Enemigos.

Estimado enemigo:
Te sorprenderá que escriba estas letras y mas aun cuando te diga con la intención de darte las gracias, pues no te puedes imaginar la cantidad de cosas que he aprendido de ti y quiero agradecertelo.
Con tu Envidia hacia mi me has enseñado a no tener envidia de nadie, a que me conforme con lo que tengo. Con tu Odio he aprendido a amar a los demás. Puedo asegurarte que se esta muy feliz así, en serio. Además he visto los efectos que la envidia y odio generan al cabo de los años en las personas que los padecen, y sinceramente, no quisiera acabar así.
Jamas me lo pusiste fácil, y te lo agradezco triplemente, porque así me has hecho mas fuerte, me has enseñado que no se consigue nada sin esfuerzo. Sin tu proponértelo has logrado que aspire a convertirme no tanto en un hombre de éxito, lo cual es algo fugaz y pasajero, sino en un hombre de valor, que es algo mucha mas importante e imperecedero, cosa que estoy descubriendo con el paso de los años.
A pesar de ti y de otras personas como tu, aquí estoy, pues me has enseñado el valor de la lucha diaria. Y eso es de agradecer. Además con tus continuos intentos de desacreditarme, has logrado que vea la luz, has conseguido que respete a los demás, me has enseñado a no desacreditar a nadie y sobre todo a tener claro que si bien es cierto que cuenta la opinión de los demás lo que mas ha de contar es lo que uno mismo piense de si.
Con tu soberbia me has enseñado la luz de la humildad. Y fundamentalmente también he aprendido a distinguir amigos de enemigos y de conocidos, porque te digo que,por mas astuto que uno sea, al que es Enemigo se le ve el corazón en los labios.
Pero lo que mas te agradezco es la Fidelidad de tu enemistad. Se que es una enemistad sincera, sin mezcla de traición por eso prefiero tu compañía antes que la palmadita del traidor que se pone la mascara de amigo, para luego traicionarte por la espalda. Tu al menos te has atrevido a dar la cara quieran los dioses guardarnos, a ti y a mi, de Enemigos Ocultos que hacen Juicios precipitados y hacen mucho pero mucho más daño.
Y desde luego también prefiero tu compañía mucho antes que a los carroñeros que no sienten, y que se limitan a estar todo el día viendo como caen las cabezas de los demás, igual que hacían muchas mujeres en el París de la Revolución, cuando se sentaban a hacer punto esperando que el Verdugo hiciera correr la guillotina.
Termino ya. No pienso Vengarme de ti, lo tengo claro, no merece la pena, de modo que tranquilos, le dejo ese cometido a Dios y a la Vida. Los Dioses te guarden y a mi no me Olviden.

Saludos
Cornelivs.   
           

Entrevista con Dios


-Pasa, me dijo Dios

-Con que quieres entrevistarme...?

-Bueno,le contesté, si es que tienes tiempo (se sonríe por entre la barba)

-Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo -me dijo-

-¿Qué pregunta vas a hacerme?

-Ninguna nueva ni difícil para tí, por ejemplo:

¿qué es lo que más te divierte de los hombres?

-Que se aburren de ser niños por la prisa de crecer y luego suspiran por regresar a ser niños.

Porque primero pierden la salud para tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud.

Que por pensar ansiosamente en el futuro descuidan su hora actual con lo que ni viven el presente ni el futuro.

Que viven como si no fueran a morirse y se mueren como si no hubiesen vivido...

con los ojos llenos de lágrimas y la voz entre cortada dejó de hablar.

Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio.

Después de un largo tiempo y para cortar el clima, le dije:

"Me dejas hacerte otra pregunta?"


No me respondió con palabras, sino sólo con su tierna mirada.

- Como padre, qué es lo que le pedirías a tus hijos?".

"Que aprendan, que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden es dejarse amar.

Que aprendan, que toma años construir la confianza, y sólo segundos para destruirla.

Que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas.

Que aprendan, que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.

Que "rico" no es el que más tiene, sino el que menos necesita.

Que aprendan, que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán.

Que aprendan, que a perdonar se aprende practicando.

Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros, algunas veces deben perdonarse a si mismos.

Que aprendan, que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.

Que de lo que siembran, cosechan, si siembran chismes cosecharán intrigas, si siembran amor cosecharán felicidad.

Que aprendan, que la verdadera felicidad no es lograr sus metas sino aprender a ser feliz con lo que tienen.

Que aprendan, que la felicidad no es cuestión de suerte sino producto de sus decisiones.

Ellos deciden ser felices con lo que son y tienen, o morir de envidia y celos por lo que les falta y carecen.

Que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente.

Que sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos consigo mismos llegan lejos en la vida.

Que retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja más rápidamente de ellos y el dejarlas ir, las deja para siempre a su lado.

Que nunca harán nada tan grande para que Dios los ame más, ni nada tan malo para que los ame menos. Simplemente los amo, a pesar de sus conductas.

Que aprendan, que la distancia más lejos que pueden estar de Mí es la distancia de una simple oración...." Y así, en un encuentro profundo, tomados de las manos, continuamos en silencio.


Anónimo